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DRIZMALI UN ARTISTA COMPLETO CON UN ESTILO ÚNICO

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Mejor conocido en el mundo artístico como “Drizmali”, Arthur Rodríguez, es un talentoso joven lleno de expectativas y de los que se pueden definir como “aquellos que siempre, van por más en la vida”. Nace en San Juan, Puerto Rico, la bella isla que ama con sus fuerzas y corazón, motivo de sus vivencias y añoranzas.
La infancia de Drizmali en el barrio Bairoa, del municipio de Caguas, transcurrió sin sobresaltos dentro de la atmósfera familiar, mientras desarrollaba sus aptitudes escolares físicas y deportivas. Sin embargo, crecía su fascinación por el ambiente de la farándula, sin pensar que el futuro le tenía asegurado el privilegio de realizar sus sueños.
Entre los altibajos profesionales de su padre, de servicios a odontólogos y artes mecánicas, solía acompañarlo en sus labores lo que le permitió adquirir otras destrezas especiales que le permitieron complementar ingresos y alternar con los deberes académicos, obteniendo algunos ingresos como ayudante de un lavadero de autos, un trabajo honrado, mediante el cual logra metas del momento.
Su carácter energético, creó inquietud a su madre por el rumbo hiperactivo de su hijo y su pasión por los deportes, entre ellos el motocross, el boxeo, natación y amante de la velocidad como competencia de kartismo, devoción a los vehículos de competencia y el fisiculturismo.
Pese a las precariedades económicas, Drizmali se emancipó a los 20 años tras asumir la responsabilidad de padre con su novia. Tuvo su primera oportunidad en el mundo cinematográfico a donde llegó como “extra” con la primera versión del clásico famoso estadounidense Fast & Furious.
Varios eventos han marcado la vida de Drizmali. Pero entre todos, los más difíciles fueron la separación de sus padres, el fallecimiento de su hermano, y un accidente que le causó quemaduras en las manos, por lo que lleva implantes.
Accidentes, hospitalizaciones y cirugías han sido episodios casi permanentes en la telerrealidad de su espíritu y vida agitada, es de los que nunca se dan por vencido y arranca con más fuerza siempre. Lo mismo en el plano personal versátil que en su mundo público, ha adquirido conocimiento de todo un poco en la universidad de la vida, sumado a varias becas académicas.
Drizmali maneja el verbo con elegancia y cuidado. Algo no usual entre muchos de sus exponentes. Para este novel músico del reguetón, el arte debe ser consistente sin temor al escándalo o algún imprevisto de los que suelen surgir en el mundo sorpresivo y creador de la farándula musical, luego de una experiencia vivencial en California.

Aunque no oculta su admiración por muchos de los exponentes del género, este artista boricua ha sido polifacético en su desarrollo y desempeño; partiendo de su cosmovisión de la vida y creando su propio estilo particular del género como resultado óptimo de todo lo aprendido, pero sin parecerse a nadie.
Esa singularidad ha hecho de Drizmali algo tan propio y amplio en cualquier tema, que no se impone límites, líneas ni fronteras, porque absorbe lo mejor de todo lo que le rodea, modificando los matices de su trabajo que le hacen imprescindible, ilimitado y único frente al público.

En su experiencia como administrador de negocios, creaba, producía y despachaba el producto ambulante que ofrecía a sus clientes en un vehículo de otro propietario. Ha incursionado en otros campos, como la pirotecnia, la tripleta, así como en las finanzas sobre crédito personal.

Incursión en la música
Pero su incursión en el mundo mágico y encantador de “la música, banda sonora de la vida”, surge a raíz de su relación con DJ Nelson.
Drizmali, aunque por primera vez de lleno en la música, cuenta con el respaldo y asesoramiento de los mejores exponentes y productores del género urbano y con la disciplina que impone y demanda este importante renglón del entretenimiento.
Este nuevo talento musical moderno, quien desde muy joven reconoció su pasión, decide unir fuerzas con uno de los mejores productores del género, DJ Nelson, en el mundo amplio, competido y exigente de los reguetones.
Con esta combinación, Drizmali, está causando furor, creando música con un estilo muy único y propio, llamativo y con un mensaje diferente a lo que sea que esté de moda. Drizmali está creando música del futuro, con ritmos y fusiones del todo fuera de lo común. Para catalogar la música de Drizmali podríamos decir que es un género funk urbano.
Su inspiración eterna ha sido la música. Entre una cosa y la otra, visitó estudios y se acercó a artistas en su eterno contacto con el público en conciertos y discotecas, donde conoce así a DJ Nelson, quien se convirtió en su padrino, y a otros exponentes del género por completo, con quienes pudo compartir aspectos profesionales.
Al surgir la inquietud de su popularidad entre el público sin ofrecer un producto, Drizmali es motivado por DJ Nelson para este campo como exponente, dada su habilidad natural para expresar su sentir de manera musical. Por lo que tenía que hacer algo más allá del “jangueo” y “peliculita de gastar dinero” para estar en todas partes.
La sugerencia de su “padrino” a la posibilidad de explorar como cantante, el primer sorprendido es Drizmali, porque jamás pasó por su cabeza la idea de buscar futuro en el género, de convertirse en solista, en vista de la cantidad de competidores que ofrecen su talento al público.
El asunto pasó sin mayores consecuencias, hasta un día que DJ Nelson lo invitó a un estudio donde tenía que realizar una grabación. Dejó la pista corriendo y le pidió a Drizmali que improvisara con algún tema para escuchar sus habilidades y ver si tenía futuro y oh sorpresa, su estilo conquistó el corazón de los expertos.
Un estilo único
El respaldo no se hizo esperar. Luego de siete a ocho años, sus allegados sintieron que ya estaba listo para lanzarse con su estilo propio, al lado de los máximos exponentes como Ozuna o Daddy Yankee. Pero su atracción era fusionar el tono brasileño de funk y crear algo distinto y novedoso que captara la atención del público y que tuviera su original “flow.”
De allí nació la voz, la temática y música diferente que no ha sido clasificado aún, pero que Drizmali define como una mezcla de todo, lo que todavía está por crecer y tener su personalidad propia. Busca discernir no sólo música como arte, sino también la filosofía que lleve su vida y proyecto musical donde el público lo acompañe en el disfrute sus metáforas y la lírica no resulte chabacana ni vulgar, lo que hace de él algo muy diferente.
Sin duda alguna, Drizmali es un nuevo tono en otro funk. La música rompe con lo común. Un estilo novedoso para disfrutarlo a plenitud entre los amantes del funk urbano, que de seguro asentará un precedente en el mundo musical y artístico.